💡 Mi mirada sobre la inteligencia artificial y la creación

​En los últimos tiempos, la inteligencia artificial empezó a ocupar un lugar cada vez más presente en nuestras vidas. En lo cotidiano, en la educación, en la creación.
En mi caso, la IA es una herramienta de apoyo: la uso para corregir textos, organizar ideas, investigar o explorar distintas posibilidades narrativas. Pero nunca reemplaza lo esencial. Las historias que escribo, los personajes que imagino y las ilustraciones que creo nacen de algo profundamente humano.
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Cuando visito escuelas, muchos niños me preguntan: ¿en qué te inspirás?
Y mi respuesta es siempre la misma: me inspiro en mis sueños —los que tengo mientras duermo—, en la naturaleza, en lo que somos como personas. También en mi niñez, en la infancia de mis hijos y de mis sobrinos, en vivencias que no están en ChatGPT ni en ningún algoritmo. Están en mi alma, y eso no lo puede tocar ninguna inteligencia artificial.
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No se trata de negar lo que está pasando. La tecnología puede ser una gran aliada si se usa con conciencia. Pero nunca debemos dejar de ser lo que somos. No debemos perder lo esencial, eso que nos hace profundamente humanos.
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Como creadores, es importante cuidar nuestros derechos, pero también mantenernos en movimiento. No quedarnos en la queja, sino abrirnos al cambio con conciencia.

Cuando apareció la imprenta, ¿qué hicieron los escribas?
Algunos se resistieron y dejaron de crear.
Otros transformaron su oficio y encontraron nuevas formas de llegar a los demás.

Hoy, el desafío es similar.
Necesitamos buscar alternativas, vincularnos, compartir.

Crear no es solo producir. Es también una forma de habitar el mundo.
Y para mí, una forma de estar en paz.