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Perdida

Actualizado: 26 sept 2023

© Eleonora Lemo Estrada, 2023

Eleonora Lemo

Para el chofer y el guarda del ómnibus Cutcsa (192 a Manga)

Agosto 2023


Había una vez una niña llamada Lola que tenía cinco hermanos, y ella era la cuarta entre ellos.

Las dos hermanas mayores solían cuidar a los otros cuatro cuando viajaban en el ómnibus.

Un día, Lola se enfadó con sus hermanos, y cuando subieron al ómnibus, decidió sentarse en el último asiento.

El ómnibus estaba completamente lleno de personas, algunas de pie y otras sentadas. Debido a los movimientos del ómnibus y su cansancio, los ojos de Lola se cerraron poco a poco, hasta que quedó completamente dormida y su cuerpecito cayó sobre sus rodillas, quedando totalmente oculta.

Cuando finalmente despertó, se dio cuenta de que ya no había nadie en el ómnibus.

Lola se asustó, pues no conocía las calles y, además, sus hermanos no estaban a su lado.

Decidió preguntar al chofer si había visto a sus hermanos bajar.

El chofer le respondió que seguramente sí, ya que no quedaba nadie más en el ómnibus.

Lola comenzó a llorar.

El chofer finalmente llegó a la terminal del ómnibus y le aseguró a Lola que la llevarían de vuelta en el viaje de regreso.

Le ofrecieron un vaso de jugo, pero Lola recordó lo que su madre le decía: nunca aceptar alimentos ni golosinas de extraños. Así que rechazó la oferta y esperó pacientemente.

Finalmente, el ómnibus comenzó a moverse nuevamente, y Lola seguía sin reconocer ninguna calle, sintiendo un poco de miedo.

Pasaron unos minutos que parecieron eternos hasta que finalmente reconoció una casa que le resultaba familiar, cercana a su propio hogar. Reconoció su barrio, luego su calle y, finalmente, su cuadra. Entonces, exclamó emocionada al chofer: "¡Esa es mi casa!"

El chofer, muy amable, detuvo el ómnibus en la puerta de su casa y la dejó bajar.

Cuando Lola descendió, vio a su hermano Gastón jugando a la pelota en la vereda con sus amigos, quienes, al ver a Lola, se acercaron gritando: "¡Gastón, esa es tu hermana!"

Lola llegó llorando a su casa, y su madre la recibió: "¿Qué pasó, Lola? ¿Te peleaste con tus amigas?"

Su madre no sabía que Lola había estado perdida en un ómnibus, y al escuchar la historia, la abrazó y le regaló una moneda brillante de diez pesos. "Te la ganaste por ser tan valiente", le dijo mientras secaba las lágrimas de sus mejillas.

Lola pensó para sí misma: "La próxima vez puedo enojarme, pero siempre preferiré estar con mis hermanos".

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